viernes, 21 de enero de 2011

Decir mucho, decir poco... Reflexiones de una mañana de enero

Y bueno, pensando durante la mañana que poder decir en este espacio, me di cuenta que me encuentro en la misma encrucijada que expongo en el título de esta entrada, ¿Qué decir? Y pensé, utilizaré la palabra para exponer el dilema en el que me encuentro en este momento.

Sobre decir mucho:

Puedo escribir horas y horas y a la vez no decir nada, como a su vez, puedo hacer una investigación sobre la importancia de saber hacer un buen discurso, en dónde la audiencia no se canse de escuchar una intervención tan larga. Y es que decir mucho no significa saber más, ni mucho menos, ser superior. Muchas personas piensan eso, quizás en algún momento de nuestras vidas a cada uno de nosotros nos ocurra que pretendemos ser superiores y utilizamos el medio equivocado, el exceso de palabras. Según la psicología, esta forma de mostrarse al mundo, y de presentar a los demás el conocimiento, solo demuestra inseguridad en uno mismo. Entonces alardear con demasiada palabra, sin una argumentación buena de lo que se dice, solo nos lleva a pensar… este chico/a está loco/a. y bueno, un temita que les dejo para reflexionar.
Otro tema que sale a la luz cuando tocamos este tema se encuentra relacionado con el tema HECHOS VS. PALABRA. Y la frase en sí es. “Un hecho dice más que mil palabras”… El análisis de este tema queda en sus manos.

Sobre decir poco:

¡Si tu silencio es más inteligente que tus palabras, mejor quédate callado! Y es que hay gente tan inoportuna, que no saben cuando callarse, a mi me pasa, jajajajaja, pero ese no es el tema. De esos que dicen mucho, viene su opuesto, decir poco y esto hay que reflexionar también un “poco”. Regresando a la psicología, las personas que dicen poco pueden ser  tímidas e introvertidas. Pero volviendo a mis reflexiones, creo que eso puede variar, porque su silencio quizás signifique que no tengan nada bueno que decir.
Ahora, ¿qué ocurre cuando se sabe algo importante y se dice poco? Si fuese la religión la que lo juzgara diría: “eso es pecado de omisión”. Pero creo que hay veces en las que uno no debe intervenir en decisión o hechos que compete a terceros. Por supuesto que esto depende de muchas variables, el “algo importante”, lo “poco” del contenido que se diga acerca del problema, los involucrados, entre otros. Por ejemplo, si se trata de un chisme, el decir poco quizás sea una buena decisión, y mejor si no se dice nada, porque no nos compete el asunto y si así lo fuese, no es una información certera, que mal manejada puede causar mucho daño. Pero como expliqué antes, este asunto depende de muchas variables, por las que hay que pensar, tarea para ustedesJ!

Conclusión que saqué en esta mañana de enero: No decir, ni mucho, ni poco. Solo lo que verdaderamente sea importante decir.




ANA MARÍA CANDELL SALDARREAGA

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