Como se ha venido dando durante todo este tiempo desde que nuestros indígenas fueron víctimas del atropello de sus derechos, que por cierto bien ganados, por los chapetones que llegan a nuestras tierras con el afán de adueñarse de las riquezas existentes en nuestro territorio, utilizaba métodos poco humanos para extorsionar y maltratar a los pobres indígenas que debían su vida al campo, a su familia, y a adorar a sus Dioses.
Este es solo el punto de partida, donde el indígena es catalogado casi como un animal que servía para realizar labores del campo, textiles, mineras, entre otras actividades que eran destinadas para su trabajo.
Como ya es conocido la iglesia, los terratenientes, y la clase alta, con todo su poderío hacían lo que se les venga en gana. Este es el caso de la novela Huasipungo que se desarrolla en nuestra serranía, en la hacienda Cuchitambo de propiedad de Alfonso Pereira se llevan a cabo varios actos violentos, ya sea para hombres o mujeres indígenas, a las mismas que violaban, golpeaban, ultrajaban etc. Mientras que a los hombres les tocaba las tareas más complicadas, entre las que destacan las agrícolas, serviles, de carga, de construcción, etc.
A cambio los indígenas eran privados casi por completo de alimentación y bebida, no recibían una paga por sus labores, no se les brindaba salud, más bien eran torturados para seguir y seguir trabajando en su área, inclusive si estuviesen enfermos.
He aquí que sale a relucir un personaje que por su lucha inagotable contra el abuso y la tiranía de la clase social alta, se ganó todo el aprecio de sus semejantes, y de todos nosotros que hemos tenido la oportunidad de leer sobre esta temática. El se llama Andrés Chiliquinga, símbolo de amor y ardiente lucha para defender sus derechos y de los suyos.
Este es el caso de los huasipungeros de la serranía que querían saciar sus deseos de poder y de riquezas a costa de los más débiles (los indígenas) que para ese tiempo no habían logrado ganar un espacio en la sociedad que gozase de derechos y deberes como cualquier otra persona.
Hoy en día, aún se mantiene cierto tipo de maltrato físico y/o moral contra los indígenas pese a que ha pasado mucho tiempo desde que se hizo esta denuncia de maltrato por Jorge Icaza.
Debemos concientizar y hacer memoria que todos nosotros llevamos sangre indígena, por ende todos somos iguales y nos debemos a un Dios que nos hizo a imagen y semejanza de él.
DIEGO ANDRADE
PARALELO 1